domingo, 14 de septiembre de 2008

EL PASADO NOS CONDENA II

Por Juan Carlos Alfaro, La Plata, Argentina,.

Pero cabe recordar, que durante esta etapa la salida a los problemas ocasionados por la crisis del 30 se encontraron en la industrialización por sustitución de importaciones, gracias a que la coyuntura internacional era favorable y en ese sentido las burguesías locales adquieren un tímido poder industrial. Sin embargo, la industria nacional en América Latina no se desarrolló tecnológicamente, y este periodo fue positivo solo hasta cuando el capitalismo internacional volvió a prepararse para invertir en la región.

Después del auge y la caída de los populismos la región viró hacia una nueva etapa conocida como los Desarrollismos que se engloba entre los años 1955 a 1973. Durante este periodo se frena el crecimiento de América Latina, en parte por la crisis petrolera y por el agotamiento de los populismos en 1955.

A partir de 1953 un nuevo deterioro de los precios de intercambio, la brecha tecnológica entre América Latina en relación a Europa y Estados Unidos, el fracaso de la industrialización con tecnología pesada dieron origen a esta nueva etapa.

Los desarrollismos son la expansión mundial del capitalismo central, y en ese sentido la región padece un imperialismo industrialista. Hasta este punto del siglo pasado podemos decir que los distintos modelos económicos regidos en América Latina tuvieron las siguientes características: el modelo agroexportador, marcado con un crecimiento hacia afuera. El modelo populista, marcado con un crecimiento hacia adentro.

Y el modelo desarrollista, marcado con crecimiento desde afuera.

En el periodo de los desarrollismos es donde tuvo su irrupción de la Revolución Cubana, siendo este un modelo a seguir por muchos grupos de izquierda en América Latina, y que fue el argumento que utilizaron los grupos de poder económico, político y militar, con apoyo de Estados Unidos, para cortar radicalmente esos intentos de "subversión".

De ese modo, se implementaron en la región numerosos golpes de estado y guerra sucia empezadas en la década del 60, acentuada al máximo en la década del 70 y finalizada a finales de los 80. Esta etapa englobada entre los años 1973 a 1989 marca la ruptura con el modelo anterior en términos políticos, se instauran gobiernos autoritarios y represores.

En términos económicos se da una polarización social, donde los sectores medios en décadas anteriores se fueron empobreciendo. Paralelamente se hace cada vez más notorio el proceso de transnacionalización de las economías; el desarrollo tecnológico de la producción y la globalización de las decisiones económicas.

Lo mismo ocurrió con la democracia, el desempeño económico latinoamericano en la década del 80, con tasas negativas de crecimiento en muchos países, fue desastroso y a esos años se denominaron la "década perdida".

La década de los 90 fue la antesala a nuestro tiempo, donde tras la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética devino el triunfo mundial del capitalismo (liderado Estados Unidos) por sobre el socialismo real.

En ese marco los países de la región abrazaron completamente al pais del norte y se dedicaron a seguir al pie de la letra todas sus directrices. Neoliberalismo, privatizaciones, desatención y achicamiento del Estado, fueron solo unas cuantas recetas que, vistas desde la actualidad propiciaron una nueva crisis político-económico-social en la región.

El escenario en el cual actualmente se encuentra sumergida América Latina tiende a tener nuevas y viejas formas de prácticas políticas y económicas. Después del embrujo del neoliberalismo las masas comenzaron a hacer su erupción en la atmósfera latinoamericana. En el epicentro de la lucha tienen un papel esencial los procesos políticos de masas, donde las demandas anti-neoliberales del movimiento popular han conquistado posiciones en los gobiernos afectos a Washington.

En mayor o menor grado fuerzas diversas y plurales están dando pelea contra las políticas neoliberales que aun quedan escondidas.

Según la visión del periodista Ángel Guerra Cabrera “Lo que está planteado hoy en América Latina no es la revolución socialista, sino el rescate por los Estados de su soberanía y sus recursos naturales para canalizarlos al desarrollo económico y social dentro de una integración regional solidaria al margen de Estados Unidos”.

Coincidimos con Guerra Cabrera cuando sostiene que en el irrenunciable camino para los revolucionarios de alcanzar una sociedad sin explotación ni clases sociales y que proteja al medioambiente, la tarea más urgente de este momento es destrozar el proyecto neoliberal porque la liquidación del capitalismo en los países dependientes presupone la ruptura con el sistema de dominación imperialista.

En palabras del economista argentino Mario Rapoport “El escenario sudamericano, modelado desde la etapa colonial a imagen y semejanza de Europa y la América anglosajona, se está desestructurando, dando paso a diversas cuestiones donde, a la par del descontento social, las raíces históricas retoman nuevas fuerzas (...) Gobiernos, que se ubican en un arco que va desde una izquierda moderada pasando por el nacionalismo hasta el "neodesarrollismo´”.

INTEGRACIÓN: DOS CARAS CON DISTINTOS PROPOSITOS Los intentos de integración en nuestra región tienen cuño desde las épocas posteriores a las independencias americanas. A lo largo del tiempo muchos fueron los esfuerzos por trazar una América unida como un fuerte bloque de poder. Pero a la hora de analizar el designio de integración, no podemos dejar pasar de largo que esta tuvo dos rostros con matices muy diferenciados. Por un lado se encuentran los surgidos desde las entrañas del mismo Sur, y por el otro los vertidos desde el Norte. El 22 de Junio de 1826 se instala el Congreso Anfictiónico de Panamá, un viejo sueño del libertador Simón Bolívar.

La invitación fue hecha a todo el continente Americano, excepto a Estados Unidos en base a que Bolívar manifestaba que las intenciones de Washington eran expandirse hacia América del Sur. Durante este congreso Bolívar expone su proyecto en estas ideas: a) Crear una liga militar, supranacional para que constituyan las defensas de América Latina. b) Contar con una asamblea permanente con diputados de los países de América Latina. c) Efectuar una unión entre todos los países de América Latina para dar libertad a los dos países que aun padecían el colonialismo, Cuba y Puerto Rico. d) Luchar en conjunto por la abolición de la esclavitud en América Latina. e) Fomentar el comercio entre América Latina, pero al mismo tiempo ligarse con Inglaterra. f) Crear un Tribunal de arbitraje para evitar guerras entre países limítrofes en la región.

Toda esta concepción de Bolívar se asemejaba en gran medida a lo pensado por José de San Martín y su Monarquía constitucional, y se puede decir que ese fue el primer gran proyecto de integración latinoamericana en su historia moderna. Sin embargo este modelo planteado por el libertador fracasó por la ausencia de dos países muy importantes, Argentina y Chile. Ese congreso de algún modo quebró el máximo sueño de Bolívar terminando en su fracaso.

La gran asamblea debía cimentar una gran nación que, por extensión, población y riquezas naturales jugaría un papel de primer orden en el mundo. Contrariamente los desacuerdos y las controversias finalmente condujeron a obtener resultados limitados que más tarde solo quedarían en la historia. Las divisiones y debilidades de gran parte de los países de la región y en su intento por crear la Gran Patria tan anhelada por los libertadores no pudieron concretarse.

Décadas más tarde, Estados Unidos ensayó su primer intento de integrar a América Latina a su esfera de influencia directa. En 1889 se realiza la reunión Panamericana convocada por Washington, donde los objetivos del país del norte propuestos eran principalmente la unión aduanera americana y el libre comercio, todo eso teniendo en cuenta la superior industrialización que tenia Estados Unidos con respecto al resto del continente.

Pero aquella vez, los anhelos de los estadounidenses no pudieron concretarse por las resistencias de varios países, y la concepción de que en ese momento Estados Unidos no podía lidiar contra Argentina y Brasil, los países más grandes y más fuertes de Sudamérica. Ante esa situación Washington cambia su política y enfoca su mira hacia Centroamérica y el Caribe, le declara y gana la guerra contra España interfiriendo de ese modo en el proceso de independencia de Cuba e iniciando un proceso de intervenciones directas por esa zona.

El siglo XX también estuvo marcado por los intentos de una integración regional. Uno de los primeros fue el tratado del ABC (Argentina-Brasil-Chile), que no tuvo vigencia por que Chile no ratificó el pacto y el país carioca decidió encolumnarse detrás de Estados Unidos y entrar en la Primera Guerra Mundial en contra de las potencias centrales. A esto se sumaron recelos y desconfianzas entre los tres países.

Pese a esto, algunos analistas de la época sostenían que el ABC fue pensado como una forma de contrarrestar la Doctrina Monroe de Estados Unidos.

También podríamos recordar el proyecto del presidente argentino, Juan Domingo Perón, quien en 1954 proyectó la conformación de la Unión Económica Sudamericana, pero que tampoco rindió frutos por la desconfianza de Brasil, que observaba con recelo el papel líder de Argentina.

Además Washington jugó un rol importante calificando al país sudamericano de peligroso para la paz hemisférica, acentuando de ese modo las diferencias entre los países de la región. Finalmente se logró dar un paso hacia la integración verdadera, cuando se creó la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), durante la década del ‘60, la cual apuntaba la conformación de un Mercado Común Latinoamericano.

También es importante nombrar a la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), que sustituyó a la ALALC a principios de los’80 y que fue el motor principal para la creación del Mercado Común del Sur (Mercosur).

Revisando la historia, se puede ver que en la actualidad la situación parece encaminarse a una nueva fragmentación si las discrepancias y recelos dentro del Mercosur y la agónica Comunidad Andina de Naciones (CAN) no encuentran una solución efectiva. Por su parte, Estados Unidos también cuenta con una lista de proyectos para integrar a América Latina.

En el marco de la Guerra Fría, en 1961 bajo la presidencia de Jonh F.Kennedy, se celebró en Punta del Este (Uruguay) una reunión del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) en donde había delegados de todos los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), incluida Cuba (representada por Ernesto Che Guevara). En esta reunión se aprobó la creación de la Alianza para el Progreso (ALPRO).

Los objetivos presuntos de este acuerdo eran el de mejorar la vida de todos los habitantes del continente, defender la democracia desde el punto de vista de Washington, una limitación de la inflación, mejora de la balanza de pagos (siempre bajo la iniciativa privada). Y para garantizar estos objetivos, Estados Unidos se comprometía a cooperar en aspectos técnicos y financieros.

Según la historia oficial el programa fracasó debido a que, tras el asesinato de Kennedy, sus sucesores limitaron la ayuda financiera estadounidense en América Latina, prefiriendo acuerdos bilaterales en los que primaba la cooperación militar.

Sin embargo, pese a que bajo el carisma característico de los demócratas que de algún modo bajo esta propuesta sedujeron a los gobiernos latinoamericanos, Ernesto Che Guevara nos puede ayudar a deslucir a la propuesta de Kennedy.

CONTINUARA...

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